Iba yo muy feliz por la calle, camino a mi morada, cuando me topé con una mujer parada en la puerta de su casa, escoba en mano, y su perro que, al verme, se acercó entusiasmado a olfatearme. Como acto reflejo, me alejé un poco, pero, al ver que el can no tenía intenciones de devorarme, seguí mi rumbo tranquilamente. En ese momento la mujer, ya entrada en años, vociferó "PUPI, DEJÁ A LA NENA. DEJALA". Bueno, pedazo de vieja chota, agradezco en el alma su intención por calmar a su mascota, pero me tiró cinco metros para abajo llamándome "nena". Nada, eso.
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