Me duelen los ovarios. Me duelen me duelen y me duelen. Voy a mirar La Loca de Mierda.
Ay basta, basta, por favor, me duelen mucho!!!!
Listo, me voy a extirpar los ovarios y me chupan todos un huevo.
La puta que los parió, ¿quién dijo que el Ibuevanol servía para algo? Seguro fue un hombre que ni siquiera tuvo que sufrirlo. La concha de su vieja.
Ya no sé para qué lado ponerme, la re puta madre. Quiero llorar. Sí, eso. Esa es la solución. Tirarme al piso en posición fetal, y llorar al grito de "La concha del mono, ¿por qué carajo no nací papel higiénico?".
Basta. Me tomo otro ibuevanol y me tiro a dormir la siesta. Una de dos: o se me pasa el dolor, o muero de sobredosis. Ambas opciones resultan tentadoras y suponen una buena solución.
Bueno, casi me ahogo tomando un ibuevanol, por si les interesa. Ser patética no ayuda a mejorar mi humor.
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