18 octubre 2011


De los placeres sin pecar, el más dulce es el cagar. Con un periódico extendido y un cigarrillo encendido queda el culo complacido y la mierda en su lugar. Cagar es un placer; de cagar nadie se escapa: caga el rey, caga el papa, caga el buey, caga la vaca, y hasta la señorita más guapa hace sus bolitas de caca. Viene el perro y lo huele, viene el gato y lo tapa. Total, en este mundo de mierda, de cagar nadie se escapa. ¡Qué triste es amar sin ser amado, pero más triste es cagar sin haber almorzado! Hay cacas blancas por hepatitis, las hay blandas por gastritis. No hay placer más exquisito que cagar bien despacito. El baño no es tobogán ni tampoco subibaja. El baño es para cagar y no para hacerse la paja. Los escritores de baño son poetas de ocasión que buscan entre la mierda su fuente de inspiración. Vosotros que os creéis sagaces y de todo os reís, decidme si sois capaces de cagar y no hacer pis. Caga tranquilo, caga sin pena, pero no se te olvide tirar la cadena. El tipo que aquí se sienta y de escribir versos se acuerda, no me vengan a decir que no es un poeta de mierda. En este lugar sagrado donde acude tanta gente hace fuerza el más cobarde y se caga el más valiente. Caguen tranquilos, caguen contentos, pero por favor, caguen adentro. Hoy aquí yacen los restos de este olímpico sorete que lucha de forma estoica para salir del ojete. Estoy sentado en cuclillas en este maldito hoyo... ¿Quién fue el hijo de mil putas que se terminó el rollo?

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