Iba en el micro casi vacío, volviendo de lo de Euge. Subieron dos chicas. Reconocí a una de ellas. Nos reconocimos, mejor dicho, sabíamos perfectamente quién era la otra. Se da vuelta y le susurra algo a su amiga, que me mira alevosamente, queriendo ser disimulada. Me sonreí, pensando en las veces que habré hecho lo mismo y lo mal que debo haber quedado. Se sentaron un par de asientos delante mío, aún mirándome de reojo, y hablando por lo bajo. Yo me dediqué a mirar por la ventana el resto del camino. Nada, que la gente te mire y te ubique como "la ex de" te hace sentir una reverenda pija.
Necesito diez horas de siesta, y chocolinas cuando me despierte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario